“Como el viento” un cuento de Diego Paolinelli

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Ella se acerca a su ventana y observa el espectáculo.

No es tan tarde aun, pero el cielo se ha oscurecido por completo. Un silencio tenso se percibe en el aire. 

A lo lejos, sobre ese gran manto negro, sordos truenos y luminosos rayos dibujan finos hilos de plata.

Es la tormenta anunciada por los medios. Ella, alista velas en los distintos ambientes, por las dudas y sigue con su ritual de la cena, sin descuidar por la ventana más próxima lo que pasa afuera…

Los truenos ya se dejan oír, pronto también un metálico tintineo indica que la lluvia llegó para quedarse un rato sobre su casa, cierra las ventanas, el calor dentro de su hogar todavía es agobiante, decide tomar un baño refrescante antes de acostarse…

La energía eléctrica fue cortada por seguridad del vecindario, Ella enciende una de las candelas y se dirige a su habitación. Allí sentada frente a su espejo con marco antiguo de madera peina su negro cabello.

La lluvia ha cesado, es el momento de abrir la ventana y permitir a la brisa que dejo la tormenta a su paso, entre en su cuarto.

 El calor todavía se hace sentir, por eso usara solo su blanca piel como ropa de cama. Se recuesta sola bajo el cobijo de sus sabanas de lino, su cuerpo tarda unos instantes en relajarse, pero el fresco baño anterior hace efecto y se rinde al sueño…

La única vela prendida en la habitación, es apagada antes de consumirse totalmente, por una fuerza invisible.

Esa fuerza, la observa reposando en su cama. Avanza hacia ella, y de forma sutil deja caer su frescura sobre su cuerpo. Ligeramente recorre su rostro y su cuello. Baja desde sus hombros hasta sus manos. No se detiene. Descubre la firmeza de uno de sus muslos que escapa a la sabana, y baja por el, para llegar hasta su delicado pie. Vuelve a subir por el muslo. Ella se entorna sobre la sabana y revela su espalda, esa invitación es bien recibida. Sube desde la base a lo más alto. Se enreda en las negras ondas de su cabello para llegar a su fino cuello y pequeñas orejas.

Ella se conmueve, y envía señales con pequeños movimientos espasmódicos y el erizado de su piel.

Esos pequeños movimientos ahora los acompaña su  propio abrazo, acariciando con sus manos, desde los hombros hasta el codo, lentamente una y otra vez. Y vuelve a girar completamente de frente.

El va entonces a su cuello y comienza a bajar por el frente. Las manos de Ella abandonan sus hombros para revelar, aun bajo las sabanas, unos pequeños y redondeados senos. Que inmediatamente al encuentro de esa fuerza comienzan a erigir unos rosados pezones.

Ella va en busca de ellos y apenas los toca con las yemas de sus dedos parecen recibir un toque eléctrico.

Entonces el desea continuar y baja por su abdomen y mas y mas.

Ella lo acompaña con su mano.

Lo acompaña y lo guía. Lo acompaña y lo incluye.

Los movimientos se agilizan sin violentarse, El ahora la recorre y la cubre por completo, deteniéndose en su boca para dar una bocanada de aire fresco.

Ella inspira bruscamente y se despierta….

Mira el reloj, son las 2 de la mañana, su habitación esta en orden, pero ¿Qué paso? ¿Que fue eso que sintió? 

Seca un par de gotas de transpiración de su frente, vuelve a inspirar para tomar mas conciencia y se percibe calidamente húmeda, pero su cuerpo aun vibra…

Entonces la ventana abierta se le revela, y esa fuerza invisible vuelve a entrar  para abrazarla con su frescura ahora ya despierta. La piel se le eriza. Los sentidos se confunden, entre el calor interior y la ola de frío que recibe su piel.

La habitación oscura, recibe solo la luz de la luna para mostrarla sentada sobre el borde de su cama.  

Ahora, todo se ilumina, la luz de luna a encontrado su blanca sonrisa, pequeña, entre labios, cómplice. Ella entiende. Todo esta muy claro…

El es como el viento, aunque Ella no lo vea, puede sentir su presencia…