La Asociación colombófila “La Campanense” celebró sus 100 años de historia con una suelta de palomas en el Parque urbano

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La querida institución celebró este viernes sus 100 años de actividad por un evento abierto a la comunidad donde participaron integrantes y ex integrantes de la colombófila, autoridades municipales y vecinos en general.

 

El acto se llevó adelante desde las 9 de la mañana y luego de algunas palabras y charlas entre los integrantes, a las 9:45 se hizo la suelta de alrededor de unas 50 palomas que sobrevolaron el Parque urbano ante la mirada de los concurrentes y la admiración de los niños.

Colombofila “La Campanense”

Su historia se inicia en 1923. Por aquel año, un grupo de pioneros decide formar un club para carreras de palomas y, así, se constituyó la primera Comisión Directiva que estaba integrada por: P. Farabollini (presidente); C. Crosio (vicepresidente), A. Raggi (secretario), H. Calvo (prosecretario), E. Senini (tesorero), M. Lanfranchi (protesorero), I. Sartor y J. Sosa (vocales), A. Alicante y J. Calvo (revisores de cuenta) y J. Modarelli (comisario).

Estos pioneros en la actividad colombófila en la ciudad no contaban con un espacio propio. Por tal motivo, la entidad funcionaba en diversos lugares prestados o alquilados.

Pero después de varias comisiones y de mucho trabajo se pudo lograr el sueño de fundar su propia sede: el 20 de marzo de 1952. Y desde esa fecha está ubicada en pleno corazón de la ciudad, Jean Jaures 662.

Con el sacrificio de los asociados, de empresas y gran parte de la comuna, comenzó a hacerse realidad el sueño de la “casa propia”. En mayo de 1981, se inauguró oficialmente el edificio de dos plantas con las instalaciones propicias para los asociados y para realizar la actividad deportiva de la colombofilia.

Si bien el número de socios en la actualidad es reducido, en la entidad se respira y se vive la colombofilia como aquel septiembre de 1923.

 

A PALOMA MENSAJERA

En tiempos de Instagram, Facebook, Whatsapp y otras redes, este antiguo personaje vuelve a escena. La paloma mensajera se reinventa como protagonista de un deporte. Unos 2.700 entrenadores que crían cada año aproximadamente 120 mil pichones que luego se utilizan para competir.

Se trata de un ave con una gran capacidad de orientación. Es por eso, que desde tiempos remotos se la utilizó como medio de comunicación: durante las guerras, en el ámbito rural y en lugares de difícil acceso. En Argentina, la práctica de la colombofilia se inició en 1886.

Las carreras consisten en soltar a las palomas a diferentes puntos y/o distancias para que luego ellas vuelvan a su palomar. Esa es la diferencia con las palomas que están sueltas en la calle o en la plaza. Ellas tienen la particularidad de orientarse desde el lugar que se las larga y regresan a su casa donde nacieron y fueron criadas.

Si bien se compite en todos los países, la cumbre de la colombofilia está en Holanda y Bélgica por los avances en cuestiones de genética y cuidados.

Respecto a los entrenamientos, consiste en una hora, hora y cuarto, y media diaria en el palomar donde nacen. A los 30 días, se separan de los padres, se los ponen en un lugar donde ellos puedan ver todo el ambiente, para que se puedan ir ubicando dónde están, y ellos solos van buscando de ir alejándose cada vez más de su palomar hasta que se van acostumbrando al lugar donde nacieron.

A medida que van creciendo, los entrenadores las van estimulando y enseñando, llevándolas a cortas distancias- 40 km, 60 km, 80 km- y van aprendiendo a volver a su casa. A veces, lamentablemente, no vuelven porque tienen accidentes o son corridas por aves rapaces o se chocan con antenas o cables aéreos.

La alimentación es particular desde que nacen y va cambiando a medida que van creciendo. En época de replume (cambian el plumaje), es muy importante para competir darle otro tipo de semilla y, a medida que van volando a distancias mayores, va cambiando el alimento.

En general, se registran promedios de vuelo entre los 60 y 130 km/h según el viento.