“Cosas de chicos”… Un cuento de Diego Paolinelli

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Sentada al borde de la entrada de su casa, con solo seis años, Ella ya comprendía que el mundo estaba diseñado para los varones. Corría el año 1974.

Desde ahí, veía el patio y la parte de atrás de la casa de sus abuelos. Que la habían construido cuando llegaron al barrio a mediados de los 50. Paredes blancas, una puerta con mosquitero, una extensión de la losa del techo bajo, y sumadas unas chapas de zinc formaban alero que daba vida a una galería para sentarse a tomar mates cuando hacia demasiado calor para estar dentro. Estaba sostenida por dos columnas, las cuales su hermano mayor y sus amigos usarían de arco de futbol, para desprecio de su Abuela. Ese patio estaba separado del jardín que bordeaba su casa, con una rosa blanca como eje central, por un pequeño tapial bajo, el cual sería usado de banco por los chicos y adultos. Justo al otro costado y delante de la ventana de la cocina de su casa, un limonero hermoso que tenía dos ramas enormes en forma de V y los chicos usaban colocando unos trapos a manera de montura, y hacían que cabalgaban cuando jugaban a los cowboys. Más adelante la Parrilla techada, patrimonio de su Padre. Y sobre la misma pared, que dividiría con la casa vecina de la izquierda y llegaba hasta la casa de sus abuelos, un pequeño lavadero. Que a su vez se usaba para guardar revistas y algunos elementos de cocina, en un armario con puertas de madera. Sobre el costado derecho de la casa de adelante un pasillo para entrada lateral por donde ingresaban los autos y que continuaba por el patio y llegaba hasta el fondo de su casa donde estaba el garaje, construido el portón y las paredes laterales en madera y techo de chapas.

Todo lo que veía a su alrededor era territorio de los chicos, qué con una pelota de goma como único juguete, tomaban para ellos el patio, o el pasillo de entrada de los vehículos y hasta la vereda, ya que hacía poco habían pavimentado su calle y jugaban de cordón a cordón a pegarle con esa misma pelota. Era la única nena de la cuadra. Las chicas vecinas, que jugaban con ella como si fuera una muñeca, ya eran adolescentes y preferían pasar tiempo con sus noviecitos. Así que dispuesta a entretenerse en su mundo, empezó hurgando en el ropero y se disfrazaba con las polleras o vestidos de su Madre y se adornaba con collares y otros accesorios. Caminaba a los tumbos con los zapatos de tacón. Armaba en el pequeño lavadero de la casa un negocio donde hacía las veces de vendedora, ofreciendo a compradores imaginarios las cosas que recortaba con una tijera de plástico de las revistas viejas de moda que guardaban ahí.

Cierta tarde de verano, mientras los varones, su hermano y tres chicos de la cuadra, corrían de acá para allá simulando un campo de batalla en el patio, con espadas hechas con ramas de los árboles de la vereda, que daban sombra y frescura a las casas, en épocas donde el aire acondicionado era cosa de millonarios. Ella había armado prolijamente la exhibición de objetos para vender en la puerta del lavadero, su supuesto negocio. Por el calor solo vestía con una remerita musculosa de algodón, un short y unas zapatillas “Flecha blancas”, su pelo lacio peinado por su mamá con raya al medio y dos colitas, solo unos collares eran parte del disfraz para el juego. Cuando de pronto, uno de los amigos de su hermano, el más grande de edad, pero más pequeño de estatura, inquieto e intenso por naturaleza y metido en el personaje de guerrero, se abalanzó sobre uno de sus enemigos violentamente…pero un error de cálculo o un gran esquive de su adversario…hizo que la continuidad del movimiento lo llevara a chocar con la tienda de la niña rompiendo varios de los “productos” y cayendo sobre ella. El chico se paró rápidamente, atento a la respuesta de la víctima involuntaria de su agresión. Cuando los demás esperaban el grito con el pedido de ayuda a sus padres…se sorprendieron al ver los ojos encendidos de la pequeña. Se paró de golpe y tomó un palo de escoba que tenía su padre en la parrilla y encaró a su agresor con este entre sus manos para tomar venganza. El chico giró rápidamente y corrió como el viento desde el patio luego por el pasillo y así encontrar la puerta de calle…perseguido por la niña, solo se escuchó el ruido de las suelas duras de las zapatillas sobre los mosaicos ante la mirada atónita y las bocas abiertas sin emitir sonido de los demás….

A los pocos instantes, el estruendo de la puerta de alambre tejido del pasillo cerrada con violencia…la nena con el rostro bordó por el calor, la corrida y la bronca, llegó al patio donde los demás vieron caer grandes lagrimones de sus ojos marrones y después escucharon un grito desgarrador acompañado por el llanto que iniciaba… Obviamente, ante semejante barullo, no se hizo esperar la presencia del padre, que estaba tomando mates en la cocina de la casa de atrás. Salió aún con su cigarrillo a medio terminar en la mano y desde su metro ochenta y más de cien kilos, se agacho para consolar a su hija. Miró para los costados y su hijo y los demás permanecían callados e inmóviles, como para no recibir castigo por los actos del otro guerrero. Sabía qué en juego de chicos, las cosas se tenían que resolver entre ellos, con los varones era más fácil porque vivían golpeándose, cayéndose y al rato estaban jugando nuevamente. Pero, la pequeña, SU NENA sostenía el llanto y emitía sonidos incomprensibles. Entonces, comprendió que tenía que tomar cartas en el asunto para resolver el conflicto, pero para hacerlo tenía que conocer bien los hechos…Entonces, apoyando ambas manos sobre los hombros temblorosos de su hija, le dijo: “cálmate…cóntame…que te hizo el chiquito…¿te pegó?” La nena seguía sin poder decir algo entendible, y ante la nueva consulta de su padre: ¿te pegó el chiquito?”. Limpió con sus manos las lágrimas de sus ojos y después refregó el lomo de su mano para limpiar su nariz. y aun sin poder hablar, giró su cabeza de lado a lado negando la pregunta. Seguido, su padre insistió con otra pregunta: “pero si, no te pegó…¿por qué lloras?. Entonces, la niña volvió a limpiar su nariz, tomó aire y grito: “Porque NO LO PUDE ALCANZAR”…Y volvió a estallar en llanto.