Cuenta la historia, que Mitrídates el Grande, Rey de Ponto (132 – 63 antes de Cristo), quién fue uno de los mayores enemigos del imperio Romano, tomaba pequeñas pociones de diversos venenos todos los días para hacerse inmune a ellos. Un personaje legendario que inspiró a Amadeus Mozart a escribir su primera ópera a los 14 años.
¿Será que el gobierno de Alberto Fernández estará intentando hacernos inmunes a la maldita inflación, dándonos pequeñas “pócimas” de este triste veneno tan nocivo para el bolsillo de la sociedad argentina?
Si ese es el plan, sus economistas deberán tener cuidado con el brebaje, porque están aumentando tanto la dosis que difícilmente podamos sobrevivir ya que es intolerable, casi letal diría.
Pero todos sabemos que ni siquiera esa es la estrategia, detrás de esta carrera de precios y el dólar desbocado no hay ningún plan, vamos a la deriva y sin rumbo.
Mientras la moneda americana impone el nuevo piso de los 400 pesos, empecé a buscar los precios de los productos escenciales, intentando armar un escenario futuro de como se moverán y, sin mentirles, ver por dónde recortar un ya diezmado presupuesto.
La mejor manera –pensé- es entender cómo vienen reaccionando los productos básicos, esos que compramos día a día, analizando su comportamiento más reciente. Fue tan grande el asombro y a la vez tan pesimista que, asustado, cerré mi notebook y abandoné la tarea, después de llegar a la abrumadora conclusión que no hay forma de llegar a fin de mes sin dejar de lado cosas básicas y necesarias. Seguramente a usted le estará pasando lo mismo.
Por ejemplo desde 2019 el precio del pan pasó de $50 a $500. El último año el valor de la leche en sachet por litro se fue de $110 a $250 y un kilo de bife angosto de ternera que salía $800 aproximadamente en marzo de 2022, hoy en la misma carnicería que compro siempre, supera los $1700.
Mientras tanto, un funcionario de la actual gestión Albertista decía en un programa de radio que el problema de los aumentos son los formadores de precios, que la culpa siempre es de los intermediarios, que hay que guiarse por la lista de “Precios Justos” (o como quiera que se llame a esa mentira que no la encontrás en ningún comercio de barrio), que el Blue es un dólar ilegal y no debe ser la referencia.
Escuchaba y pensaba: “ ¿Este tipo donde vive? ¿Sabe lo que es manejarse con un presupuesto acotado por un sueldo y llegar a fin de mes? ¿Tendrá idea de cómo impacta en el comercio de barrio, en el empresario Pyme y en la economía real cada vez que el Blue se mueve hacia arriba?”.
Yo creo que no, que no imagina siquiera lo difícil (casi imposible) que es para un trabajador o una trabajadora intentar darle a su familia lo más básico que necesitan sus integrantes todos los días, que es un plato de comida. Esa distancia de este funcionarios con la economía real le hace decir cosas tan ridículas, que realmente ofende, porque en definitiva está tomando por tonta a la gente.
Así, a la deriva, como bajando peligrosamente una colina arriba de un skate, la economía argentina se acelera. No tiene freno. Va zigzagueando tratando de esquivar pequeños obstáculos, pero el final es realmente incierto y arriba de esa tabla va el futuro de millones de familias, que deberán soportar los últimos meses de un gobierno que prometió mejorarle la vida a los trabajadores y nunca supo cómo hacerlo, sin que ellos no dejaran de ser la variable del ajuste.