En Argentina, el federalismo, que nace con el Cabildo Hispano, es una doctrina y forma de organización política histórica e institucionalizada en la Constitución Nacional, pero que en la práctica ha sido debilitado y desvirtuado a lo largo del tiempo. Esto se ha traducido en una desigualdad económica y social entre las regiones, una dependencia financiera de las provincias federativas respecto del gobierno central y una concentración de poder y recursos en manos de este último.
Según un informe elaborado por el Foro Universitario del Futuro impulsado por el programa Argentina Futura y el Consejo Interuniversitario Nacional y publicado en la página Web de Jefatura de Gabinete de Ministros de Argentina en octubre de 2020, se puntualiza que “Argentina es un país federal con profundas asimetrías regionales que han perdurado, y en algunos casos se han profundizado, con el correr de las décadas. De hecho, nuestro país tiene la mayor desigualdad entre provincias de los cinco países más grandes de América Hispana”. Esta brecha se refleja en indicadores como el producto bruto geográfico per cápita, el índice de desarrollo humano, la pobreza, la educación y la salud. Así, se observa que hay provincias que tienen un nivel de desarrollo y crecimiento alto, mientras que otras se encuentran en situación de subdesarrollo.
Esta desigualdad regional se debe en parte a la dependencia financiera y fiscal de las provincias respecto del gobierno central. Muchas de ellas, empobrecidas y mal administradas, no han logrado generar su capacidad para generar sus propios recursos y, así, no depender de las transferencias discrecionales o automáticas que les otorga la Nación. Esto implica una pérdida de autonomía e independencia y una subordinación al poder político centralista. Además, la distribución del gasto público nacional, por medio de la Coparticipación de Impuestos (que se ha convertido en un dispositivo de disciplinamiento político) no siempre se realiza de manera equitativa y según criterios objetivos, lo que favorece la concentración de poder y la discrecionalidad política.
Otro factor que contribuye a la crisis del federalismo es el desinterés o la complicidad de los gobernadores por defender sus competencias y prerrogativas frente al Ejecutivo Nacional. En lugar de buscar una reforma estructural del régimen, muchos gobernadores prefieren negociar beneficios particulares para sus provincias o para sus partidos políticos. Esto genera una relación de conveniencia o de coyuntura que no cuestiona el statu quo ni promueve una mayor participación y cooperación entre los distintos niveles de gobierno.
Otro aspecto a considerar es el desconocimiento o el rechazo a las autonomías municipales, que son el nivel más cercano a los vecinos. A pesar de que la Constitución nacional reconoce a los municipios como entidades autónomas dentro de un sistema federal (art. 123), muchas provincias no han adecuado sus constituciones para garantizar esa autonomía. Así, se observa una falta de reconocimiento jurídico, político y financiero a los municipios, que se traduce en una limitación de sus facultades y recursos para atender las necesidades locales. Incluso, se registra una resistencia o negativa a la sanción o aplicación de las Cartas Orgánicas comunales, que son los instrumentos normativos que regulan la organización y el funcionamiento de los municipios, dejándolos en una situación de subordinación y falta de recursos.
En este sentido, se evidencia el desconocimiento o la indiferencia, de Senadores y Diputados, por el rol que les corresponde como representantes de las provincias en el Congreso de la Nación. En lugar de defender los intereses y las demandas de sus pueblos al que representan, actúan según las directivas o las presiones del poder ejecutivo o de sus líderes partidarios.
Este escenario también es responsable por el desinterés de los regionalismos productivos. A pesar de la diversidad geográfica y productiva de Argentina, se ha privilegiado el desarrollo de las grandes urbes, dejando de lado el potencial económico de las regiones. Incluso, se ha descuidado la participación y el aprovechamiento de los bloques regionales, como el MERCOSUR, que podrían ser una gran oportunidad de desarrollo para las provincias argentinas.
Ante esta crisis del federalismo, es necesario promover un debate amplio y participativo sobre la reforma del régimen centralista. Esto implica, por un lado, un mayor interés de los gobernadores en la defensa de sus provincias y, por otro lado, revisar la distribución de competencias y recursos entre los distintos niveles de gobierno, fomentar una mayor cooperación y coordinación, promover una mayor representación y participación de las regiones y garantizar la autonomía plena a sus sistemas comunales con sus cartas Orgánicas. Solo así se podrá lograr un federalismo más justo, equitativo y democrático que asegure el desarrollo y bienestar de todas las provincias argentinas y sus pueblos.
Luis Gotte
D.N.I. 20041255